
Con la vehemencia de tus sones,
contagio elemental de tu lengua,
de tus ojos,
de tus manos...,
hacia mi susurro oscuro
perdido y sin nadie.
Sola presencia viva,
llama que se retuerce
sobre mis ojos de arena,
aliente secreto
que de noche se anega,
sobre tus verdes tormentas.
Huracán henchido
que todo ciego siente,
tumulto postrero de verdad ignorada,
bien sé que eres...,
quien dicta poderoso
mis brazos sin forma,
inocentes y malvados.
Déjame abarcar un instante,
ese mundo cuya interrogante
de fugaz sombras bastan,
oscuridad completa
que el pensamiento percibe,
de entre tus palmas y mi piel.
Difumina el adelante,
disponible de un "sí muero"
siempre fiel a nuestro fin...


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